Dichosos los que baten palmas y hacen
ruido con los pies y contestan a los títeres, al actor que bromea, y ríen
dichosos el sordo que canta y silba y el ciego afinado que mueve su cuerpo y
apunta su cara al cielo. Dichosos los que saludan por la calle, bailan sueltos
de andar, de nada para perder, más pudorosos que Dios, sinvergüenzas, dichosos.
Dichosos los que copulan dormidos y al despertar, copulan despiertos, los
viejos que charlan con sus atadillos y se burlan de las palomas y del frío.
Dichosos los que lloran porque son tristes y los que ríen cuando la lluvia
empapa lo puesto a secar, dichosos el rojo, el azul y el amarillo.
Irene Gruss