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30 de diciembre de 2015

El futuro ...

Qué lindo era el futuro, el futuro del pizarrón de cuarto grado, todo hecho con tizas de colores y una confianza buena, de las viejas, de esas que ya no se consiguen ni pagando al contado. Era realmente lindo, lindo aquel futuro del pizarrón de cuarto, había chicos decentes tomados de la mano chicos con las orejas limpias y las medias derechas y los dientes seguramente cepillados. Juro que era lindísimo el futuro del pizarrón de cuarto grado. Había toros, libélulas y ríos, había trenes, palomas y silos y aeroplanos, había campos y escuelas y edificios altísimos, había vacas y ovejas bellamente pastando. Había una iglesia y un trigal y un puerto con muchísimos barcos. Al fondo, por supuesto, un ancho sol naciente en amarillo, con sus ojos, su boca, su sonrisa en realidad bastante parecido al de la tapa del cuaderno 'Sol de Mayo' pero de todos modos era una maravilla aquel futuro del pizarrón de cuarto grado. Ah, si pudiera entrar en el futuro ! en el futuro aquel en seis colores del pizarrón de cuarto grado. Cómo caminaría derechito hacia el gordo sonriente en amarillo acogedor, humano. Cómo andaría entre toros, libélulas y ríos y trenes y palomas y aeroplanos. A lo mejor iría tomado de la mano de algún chico decente, buenito, bien peinado. Caminaríamos alegres y llenos de esperanza porque, es claro ... el camino sería bello y fácil como eran los caminos del futuro en el lindo futuro del pizarrón de cuarto grado. Sin barreras, sin piedras, sin pozos, sin semáforos, nadie nos pediría documentos, ni nos requisarían baleros subversivos, ni nos sospecharían ladrones o extremistas o infiltrados. Nadie nos metería, por supuesto, en un atroz fantasmagórico Ford Falcón, ni mucho menos iríamos a aparecer al otro día junto a un montón de cápsulas servidas, ni dirían los diarios con sus letras chiquititas y su fea sintaxis cosas como "se procedió a identificarlos" No, no, sencillamente no, porque eso no figuraba para nada en el futuro, porque eso la señorita no lo había dibujado con borrador, y tiza y esperanza en el prolijo y diáfano futuro del pizarrón de cuanto grado. El cual como se sabe estaba todo hecho con tizas de colores con un redondo sol de Sol de Mayo y una confianza buena, de las viejas, de esas que ya no se consiguen ni pagando al contado.
Humberto Costantini