Nada más que esta luz, otoño. El éxtasis, el éxtasis entre el cielo y la tierra, suspendido, mejor: que se abre y se dilata como un alma profunda, pero de una claridad delicada de serenos pensamientos sensibles. Nada más que esta luz, otoño, otoño, nada más que esta luz que penetra sutil las cosas, pero queda alrededor de ellas, como temblando, sensitiva y casi pudorosa. Nada más que esta luz, otoño ¿Es de todos esta luz? La calle humilde está traspasada, y como elevada, ligera, en esta dicha etérea. Pero a todos llegas, otoño, a todos llegas en esta tarde en que hay manos translúcidas y eternas que hacen signos tiernos en el aire.
Juan L. Ortiz