No pretendo que me adores, tampoco quiero
hacer promesas de futuros ciertos y felices que nos encuentren así, imitando un
presente tibio y de la mano. No quiero vestirte de flor, elogiarte con ternura.
No deseo abrir otra puerta que la de tu casa y no la de invisibles castillos,
tan naturalmente agazapados y perversamente expuestos que prometen salvar
abismos y desencuentros. No deseo inventar tramas dulces de felicidad, ni
crearte princesa única de mi mínima corte de deseos. Y así, sin callar verdades,
sin vivir mentiras, no deseo otra cosa que quererte para que algún día, quizás
inabordable, sientas sin confusiones que me necesitas. Hay una canción que
dice: No eres cuanto eres, sino cuanto te necesitan. Algún día quisiera saber
que soy mucho.
l@l