Hoy me asomo al pasado con las respuestas de aquellas preguntas que nos alejaron y aprecio esa presencia callada que acompañaba a tu ausencia; y entiendo que construiste mis sueños con la piel de la renuncia de los tuyos, sin el adorno mentido de aquel que sólo se escucha, que exhibe la falsa bondad que la vanidad devora. Hoy el tiempo en su cruel sabiduría me otorga el placer de revivirte, el dolor de hacerlo, y me roba el deseo de volver a estar un minuto en el ayer, y decirte en un abrazo tantas cosas que no dije, que murieron en el orgullo porque nacieron en la arrogancia, que me legaron cicatrices de vergüenza por avergonzarme de ti. Hoy soy capaz de valorar lo que eras mas allá de lo que parecías, y añoro aquellos silencios eternos que se escondían en el envés de tu severa mirada, tan necesaria en los desvanes de mi habitar inmaduro. Hoy comprendo aquel cariño que tanto daño te hizo, y que no esta más cerca el que parece cercano, que mas allá de la mentira del todo egoísta que exigí, esta lo puro del todo silenciado que me diste. Hoy voy a matar al tiempo con el dolor de mis gritos, para que sea posible que sientas cuanto te siento y escuches por vez primera: Gracias por todo papá, no supe cuanto te quise, no sabes cuanto te quiero.
José Marcos Sánchez