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30 de mayo de 2016

Desamor ...


Es mentira que el desamor llegue de repente. Sólo que es silencioso y escurridizo. Y se disfraza. O se tapa. Como esas pelusas incómodas que escondes bajo el sofá porque ya barrerás otro día. Luego, hacemos como que nos sorprende. Pero saber sabíamos que estaba ahí e iba creciendo. A veces, simplemente, crecer separa. Un día descubren que hablan lenguas distintas y no se entienden. Ya no. Intentan acercarse y duele. Deciden entonces dar espacio al silencio, como un ¿último? gesto de amor. Volverán a aprender, despacio, a comunicarse. Tendrán que re-conocerse de nuevo. Descubrir si quieren a alguien que ya no existe, o si quizás puedan quererse como son ahora. Casi todos los días vivimos pequeños desamores. Una frase no dicha. Palabras que hacen daño. Caricias sin respuesta. Un pequeño gran olvido. Desilusiones. Esperas. Juegos no entendidos. Complicidades perdidas. Cosas que no nos gustan del otro, de la otra. Nos distancian. A veces miles de kilómetros en un solo segundo. La cuestión es cómo acercarse otra vez. Por eso el amor se hace, por eso el amor se cuida.

Irene Choya