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30 de marzo de 2016

Intimidades ...


Uno se harta de cáscaras y tiene hambre de pulpa: pulpa humana, sincera, veraz y conmovida. Pulpa franca que vierte sus jugos luminosos. Pulpa extraña y ardiente de humano inacabado. Y de pronto suceden audaces desnudeces: renunciar a ser nadie, abrirse indefendido, mostrar eso que duele mientras el otro muestra su espíritu injuriado por injustos cuchillos. Mostrarnos la belleza que anima nuestro espacio oculto, inmaculado, ungido de hermosura; mostrarnos uno al otro impretendidamente, sin máscaras que asfixien la esencia despertada. Construir la confianza como quien edifica con su máximo aliento puentes, templos, caminos. Y entonces sí, sucede: la cáscara se parte y convida, fragante, la más íntima pulpa: el centro, lo que fuimos antes de que la vida asfaltara los prados que pisamos descalzos. Nos sabemos completos cuando el otro nos sabe, cuando al otro ofrecemos lo que hay, lo faltante, lo que pronto seremos, lo que fuimos, y aquello que guardamos intacto para quien lo merezca: el ámbito recíproco desde donde ejercemos la vital transparencia con que dos se hacen uno. 
Virginia Gawel