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20 de noviembre de 2015

Hipótesis ...

Pensaba Ptolomeo que el mundo era como el ojo de ciertas mujeres: una esfera de húmedos cristales en que cada astro describe una órbita perfecta sin pasiones, mareas o catástrofes. Luego vino Copérnico, sabio que cambió senos por palomas, cosenos por espantos y la pupila del sol fue el centro del universo mientras Giordano Bruno crepitaba para felicidad de curas y maridos. Entonces Galileo estudiando a fondo el corazón de las muchachas naufragó en el buen vino –luz aglutinada por el sol– violó estrellas que no eran de cine y antes de morir sobre la cola de un cometa sentenció que el amor era infinito. Kant por su parte no supo nada de mujeres, preso en la mariposa de los cálculos en polen metafísico y a Hegel tan abstracto le resultó el asunto demasiado absoluto. Por mi parte propongo al siglo XX una hipótesis simple que los críticos llamarán romántica. Oh muchacha que lees este poema el mundo gira alrededor de ti.
Víctor Rodríguez Núñez