Ingredientes: una medida de contemplación de ojos rodando al vacío por una orilla que refleje las formas de las nubes, dos cucharadas de voluntad, la sangre necesaria para empujar el barco encallado en una costa de incertidumbre, un pizca de astucia (conseguirla en mercados callejeros o en toboganes donde bajen niñas de cabeza), veintiún gramos de espíritu (dejarlo caer sobre la masa como una lluvia de silencios), brotes de sonrisa (cantidad necesaria) cultivar los que sobren (todas las comidas quedan bien con medialunas de labios), tres gotas de absurdo imprescindibles para que el sabor nos resulte cotidiano. Preparación: colocar la contemplación en un recipiente redondo, mezclar con los dedos la voluntad, agregar la astucia y las gotas de absurdo hasta lograr una masa uniforme, introducir uno a uno los brotes de sonrisa y finalmente espolvorear el preparado con el espíritu, dejar reposar nueve meses en lugar tibio. Consejos: puede acompañarse con cualquier ensalada, imprescindible degustar con una copa de amor.
Paula Varela