Es por esto que salimos por las noches, buscando las
estrellas más tenues. Señales de cosas invisibles: Para darnos peso. Para
frenar al universo de su marcha incesante hacia su propio más allá hasta que se
agote y se recueste, frío, su última estrella apagada. Lo que sea que resulten
ser, que haya multitudes de ellas, suficientes para la inmortalidad, siempre
una estrella en cuya luz calentarnos. Suficientes para traerlo de vuelta de sus
propios confines, para acercarnos tanto que encendemos la chispa brillante de
la resurrección.
Rebecca Elson