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30 de octubre de 2013

Que siempre haya luz ...

Es por esto que salimos por las noches, buscando las estrellas más tenues. Señales de cosas invisibles: Para darnos peso. Para frenar al universo de su marcha incesante hacia su propio más allá hasta que se agote y se recueste, frío, su última estrella apagada. Lo que sea que resulten ser, que haya multitudes de ellas, suficientes para la inmortalidad, siempre una estrella en cuya luz calentarnos. Suficientes para traerlo de vuelta de sus propios confines, para acercarnos tanto que encendemos la chispa brillante de la resurrección.

Rebecca Elson