Señora de ojos vendados que estás en los tribunales sin
ver a los abogados, baja de tus pedestales. Quítate la venda y mira. Cuánta
mentira. Actualiza la balanza y arremete con la espada que sin tus buenos
oficios no somos nada. Lávanos de sangre y tinta. Resucita al inocente y haz
que los muertos entierren el expediente. Espanta a las aves negras y aniquila a
los gusanos y que a tus plantas los hombres se den la mano. Ilumina al
juez dormido, apacigua toda guerra y hazte reina para siempre de nuestra
tierra. Señora de ojos vendados, con la espada y la balanza a los justos
humillados no les robes la esperanza. Dales la razón y llora porque ya es
hora.
María Elena Walsh