Era en un bosque: absorto pensaba, andaba sin saber ni qué cosa por él buscaba.
Vi una flor a la sombra, luciente y bella, cual dos ojos azules, cual blanca estrella.
Voy a arrancarla y dulce diciendo la hallo: ¿Para verme marchita rompes mi tallo?
Cavé en torno y tómela con cepa y todo, y en mi casa la puse del mismo modo.
Allí volví a plantarla, quieta y solita, y florece y no teme verse marchita.
Allí volví a plantarla, quieta y solita, y florece y no teme verse marchita.
Johann von Goethe