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10 de octubre de 2011

Hora de nutrir mi niño ...


Dos misterios de almendra son tus ojos del color de las nubes sobre mi seno lleno. Y tus manos por la breña caliente, dos corderos pequeños que deslizan, su inocencia de dedos. Una fronda de oro, tu cabeza, voy soñando en guedejas la caricia de un regazo lejano en el recuerdo. Y me bebes. Yo me quedo trasvasando a tus venas y me siento, y me creo, toda gota de pura y mansa leche. Mediodía, reiterado en tus labios como pétalos. Es la hora del pájaro dormido y del silencio verde. Como un río conducido por peces intocados, vas llevando mi cuerpo y este tiempo de abejas y de olivos. Y me suelto, andar tibio de pasos succionados, voy fluyéndome lenta por caminos de tu sol y tu cielo. Hora calma, tu redonda mejilla que aletarga su corola de luz, sobre mi pecho. 
Matilde Swann